ESCRITORES
Errebe
dedicado a toda esa gente que no puede dejar pasar las cosas sin escribirlas


viernes, enero 30, 2004  

Joaquín Giannuzzi nació en Buenos Aires en 1924 y murió en Salta el 26 de enero de 2004. Ejerció el periodismo en la sección policiales del diario Crónica. Publicó los siguientes libros: Nuestros días mortales (1958), Contemporáneo del mundo (1962), Las condiciones de la época (1967), Señales de una causa personal (1977), Principios de incertidumbre (1981), Violín obligado (1984), Cabeza final (1991), Poemas: 1958-1995 (1995), Antología poética (2001) y ¿Hay alguien ahí? (2003). (Salió en Niusleter)


Mi hija se viste y sale


El perfume nocturno instala su cuerpo
en una segunda perfección de lo natural.
Por la gracia de su vida
la noche comienza y el cuarto iluminado
es una palpitación de joven felino.
Ahora se pone el vestido
con una fe que no puedo imaginar
y un susurro de seda la recorre hasta los pies.
Entonces gira
sobre el eje del espejo, sometida
a la contemplación de un presente absoluto.
El instante se desplaza hacia otro,
un dulce desorden se inmoviliza en torno
hasta que un chasquido de pulseras al cerrarse
anuncia que todas mis opciones están resueltas.
Ella sale del cuarto, ingresa
a una víspera de música incesante
y todo lo que yo no soy la acompaña.



Poética

La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía
es lo que se está viendo.



Una noche de julio

Mi padre está muerto a cambio de nada.
Cuando se le helaron los pies
-uñas torcidas de inmigrante-
yo le debía el universo y algunas blasfemias,
y sólo tenía papeles mojados para cubrirlo.
En una despedida que no valía la pena,
que no estuvo a la altura de los hechos.
una noche de julio de 1955.

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posted by Erre Be | 1/30/2004 12:01:00 a. m.
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